viernes, 29 de julio de 2016

La verdad de ser humano

En estos momentos rozo la veintena. Y justo ahora, segundos después de la hora programada para la publicación de esta entrada, ya tengo veinte años.
En mi escritorio, con la mirada fija en la pantalla del ordenador, intento comprender qué necesito escribir.
Acabo de ver un capítulo de la serie "The magicians". Serie que empecé a ver unos meses atrás. ¿Cuantos meses? Aproximadamente cinco. Casi medio año, que ha pasado en un suspiro. Sin poder creerlo, sin tener la intención de que el tiempo nos fastidie la vida de esta manera, sin quererlo, sin pretenderlo. Sin tener la opción de rechazar esta vida en la que para cualquier ser vivo solo cuenta el ahora, pero en la que como humanos también nos preocupamos por lo pasado, y por lo que está por venir.
En eso se basa mi problema. Mi problema que también es el de cualquiera. Y es que nadie escapa a esas garras que llevan un reloj de arena por colgante. El tiempo, como habréis supuesto.

Ha pasado mucho tiempo...desde aquellas primeras veces que estuve en la playa. Mis padres me llevaban de pequeño, no recuerdo mi primera vez en la playa.
Ha pasado mucho tiempo...desde que mi tío me regaló el VHS de Harry Potter y la piedra filosofal, meses después de que yo la disfrutara en cine, una de mis primeras películas.
Ha pasado mucho tiempo...desde aquellos días en los que pasé tiempo con un familiar muy querido que hoy ya no vive. Comprender que esos días no volverán fue la forma en que aprendí a llorar, a llorar de verdad, a llorar sintiéndolo.
Ha pasado mucho tiempo...desde aquellos años de colegio en los que me daba miedo ir a clase. Me daba miedo mirar a la cara a ciertas personas. Me daba miedo que intentaran hacerme daño, como algunos solían. Me daba miedo pasar vergüenza, ser humillado por tener gafas, por pesar unos kilos más de la cuenta, por no jugar a fútbol, o por no hacer lo que otros esperaban que hiciera.
Ha pasado mucho tiempo desde que tras todo lo malo encontré algo que me pareció mi salvación; a día de hoy he comprendido que no hay salvación, pero aquello sigue siendo un buen escudo.
Ha pasado mucho tiempo desde que conociera al amor, y a todas las cosas que implica sentir amor hacia una persona. Ahora ya nada de eso me reconforta, porque después del amor y antes de la palabra va un "des-", y ese "des-" oculta muchas, tal vez demasiadas, verdades.

Si 20 años de vida han servido para que una persona aprenda qué cosas bonitas existen y qué cosas malas nos deparan, la única cuestión es saber si todo esto merece la pena. Aquí entra en juego el debate de "optimismo/pesimismo". ¿Mi posición? La siguiente: los optimistas son aquellos que llaman pesimistas a los realistas.

No puedo ser optimista en un mundo. En un mundo, en general. Mientras seamos humanos vamos a preguntarnos cosas, querremos saber más, hacer más, controlar más. Y no podemos controlar nada. Nuestra misión como seres vivos es seguir viviendo. Nuestra misión como humanos es pensar que somos útiles.
Ni somos útiles ni deberíamos seguir viviendo. Esta frase resume la idea que tengo de mi propia existencia. Vivir para descubrir el placer de vivir. Vivir para destrozar la naturaleza.
Si las plantas pudiesen hacer algo, nos matarían a todos. Pero queremos seguir viviendo, porque somos seres vivos.
Y como ser humano rechazo la idea de ser útil. Solo sé que vivo, que hay gente que sabe que vivo, y que hay gente que espera que como humano haga cosas para reafirmar mi utilidad.

Pues voy a responder a todos esos humanos: no esperéis nada. Voy a limitarme a hacer lo que como ser vivo debo hacer, no voy a intentar demostrar nada.

Sobre si merece la pena entonces haber aprendido y vivido cosas bonitas: sí, por supuesto. Pero es como esa pizza que te comiste hace nueve años, ya no la tienes ante ti. Solo sabes que existió. Puede que recuerdes algunas cosas buenas, pero solo son recuerdos; por otro lado puedes no saber exactamente qué sentiste ese día, puede que algo que recuerdas con felicidad lo sea porque durante años así lo has querido, y has modelado esa idea en tu cabeza. Solo importa el ahora, porque es con lo que te vas a seguir enfrentando a las cosas. Y si recuerdas un pasado más feliz, mayor motivo para desmotivarte.

Cumplir 20 años me duele mucho. La vida es como un libro, y yo debo estar aproximándome a la segunda parte. El propio tiempo parece tener prisa; esa prisa me llevará ante la segunda parte de mi vida a la velocidad  más vertiginosa jamás pensada. Y lo único que sé...
Lo único que sé...

Lo único que sé más allá de que hace tiempo que no soy feliz...
Lo único que sé más allá de que creo firmemente que ya nada puede hacerme feliz...
Lo único que sé más allá de que antes de poder intentar mis sueños, éstos ya se han roto...
...de que me encanta ver películas y leer libros pero no soy bueno en nada relacionado con ello...
...de que lo único que puede ayudarme es también lo que me hace daño...
...de que nadie jamás sabrá entender completamente cómo funciona mi mente...
...de que la psicología no me gusta y sé que jamás podrá ayudar a una mente enferma...
...de que las cosas buenas en mi vida han pasado ya...
...de que una raíz poderosa no puede extirparse con unas simples oraciones...
...de que detesto este mundo por cómo hace que la gente se crea culpable de sus males...
...de que los 16 años marcaron el inicio de una transición dolorosa...
...lo único que sé, es que si todo esto me atormenta con veinte años, no quiero imaginar qué me atreveré a contar a los 60.

Cumplir años no debería ser motivo de celebración. Cumplir años es una tortura. Cambiar el número de las decenas es motivo de dejar atrás muchas cosas. De sufrir recordando.
Si no piensas así, entonces estás en el lado optimista. Te niegas a creer que esta vida sea sufrimiento. Te niegas a aceptar que tu vida no es tan importante.
No es egoísta tratar de vivir bien, es egoísta creer que tratar de vivir bien es natural.
Mientras nos creamos seres naturales que hacen cosas naturales nada va a cambiar, tenedlo en cuenta.

Si eres optimista, sin embargo, lo tienes todo ganado. Nada te va a preocupar como le preocupa a un realista. Vas a tratar de vivir cada día sin pensar en lo que te depara el futuro. Nadie te dirá que "debes ver" las cosas de otra forma. No sabrás que eso de "ver las cosas de otra forma" no es tan fácil como vosotros decís.

Tendrás tu lado humano ganado, y solo tendrás que dejar que la naturaleza fluya.

Si eres pesimista, entonces no hace falta explicar nada más.

Cumplir 20 años y dejar atrás la última década feliz de tu vida es duro. Sospecho que los próximos años serán complicados. Mentalmente habrá mucho ejercicio.

Y sobre la meditación...en este momento he alcanzado algo muy importante: la comprensión.
Tras años investigando el porqué de los males mentales, de la tristeza, de la soledad...tras todo este tiempo he logrado comprenderlo. Ahora necesito analizarlo y hallar una respuesta que me haga un poco más fácil el "después".
He vivido algo. Vivir ese algo me hace sufrir. Ahora comprendo por qué lo he vivido. Y necesito preguntarme cual es la forma de vivir con ello de la mejor manera posible, sufriendo lo mínimo.

Quizás cuando esté a punto de cumplir los 30 halle la respuesta. Espero que esa respuesta me ayude a vivir con más tranquilidad lo que me quedará de vida. En caso contrario, no solo sufriré la muerte como ser vivo. No, eso sería demasiado fácil.
También, y esto es mucho más serio y triste de lo imaginable, habré de sufrir la muerte como ser humano. Como ser humano pesimista. No hay nada más cruel en el mundo.

Sergio Gómez, 29 de julio de 2016.

PD: todo está siendo más duro de lo que imaginaba. Decían que hoy se acababa el mundo, ojalá hubiese sido cierto.

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